[Pay de limón]
El molesto sonido suena de nuevo, se gira hacia el otro
lado. El sonido suena de nuevo y él cae en cuenta de que es el timbre de la
casa. Refunfuña y dice por lo bajo una
grosería, con cansancio se levanta de la cama, aún tenía las ropas del día
anterior –a excepción de la corbata que estaba tirada en el suelo. Frota sus
dedos contra sus ojos, la cabeza le palpita y su garganta seca le pide a gritos
un café caliente.
Arrastra sus pies hasta la entrada y abre la puerta, una
brisa de aire frío le llena.
La enfermera estaba ahí, su habitual abrigo azul la tapaba
todo el cuello, no pudo evitar notar que sus mejillas y su respingada nariz estaban
enrojecidas, el cabello marrón escondido tras una gorra.
“Hola” Dice ella dándole una media sonrisa.
Fernando alza las
cejas cómo pidiendo una explicación.
“Te traje un Pay de limón, y algo de café caliente” Ante la
mención de café, Fernando se hace a un lado y la deja pasar hacia la casa.
“¿Es descafeinado?”
“No”.
“Bien”
Laura deja la caja del Pay de limón en la mesa y le da a
Fernando el café, Él se sienta y bebe un sorbo de café, sin hacer ningún
intento de conversión.
“Parece que la gente del vecindario trajo bastantes cosas
ayer en el funeral” Dice Laura mientras observa las barras de la cocina
abarrotadas de comida empaquetada.
“Aún lo entiendo, era un viejo gruñón. Estoy seguro que toda
esa comida está a días de caducar.”
“Era asombroso.”
“¿La comida caducada?” Pregunta él con sátira.
“No. Tu padre, él era asombroso.” Ella sonríe y se sienta
junto a él. “Lo extrañaré mucho, era siempre muy amable contigo.”
Fernando rueda los ojos, “Sólo quería ligarte, era de
encantador así con todas las chicas.”
Ella se encoje de hombros argumentando que aun así lo extrañaría.
Se para hacia y coge dos platos y otros
cubiertos, abre la caja y Fernando pudo oler el olor a pan dulce recién hecho,
se imaginó a Laura con un delantal lleno de harina mientras sus pequeñas manos mezclaban
ingredientes en un bol.
“No hagas cómo que no
le extrañarás, porque sé que le
extrañas.” Fernando no responde nada.
Por supuesto que extrañaba al viejo, había llorado y pasado sus peores noches
desde que él cayó enfermo y su escritura en los últimos meses lo presentaba, su
editor incluso le dijo que su novela estaba cayendo en demasiada tragedia.
Laura le sirve un pedazo de Pay en cada plato.
“Podrías comer más, te ves bastante cansado.”
Fernando sabía que debía lucir bastante mal unas ojeras anidaban
debajo de sus ojos, ropas arrugadas, descalzo, con cada cabello de su cabeza girando
a diferentes direcciones y no sé había rasurado desde la semana pasada.
Sin embargo, contesto con sarcasmo:
“Me encantan tus halagos, enfermera”
“Sabes, yo odiaba el pay de limón desde siempre.”
“Es fascinante que cocines cosas que odies para mi” Dijo
mientras tomaba con su tenedor un pedazo de Pay y se lo llevaba a la boca.
Laura rodo los ojos ignorándolo.
“Simplemente no podía entender cómo algo dulce cómo el pay y
algo tan agrio cómo el limón podrían juntarse. Simplemente asumía que eso debía
resultar bastante asqueroso de comer. Entonces en el instituto la mamá de una
amiga nos preparó uno, y para no ser descortés lo comí y realmente me gusto.”
“Lindo. Tus cambio de tema son excepcionales” Se burló,
aunque Fernando admitió para su interior que en realidad le parecía adorable.
En lugar de sentirse ofendida, Laura sonrió y puso los ojos
en blanco.
“Pienso en ti cómo el Pay de Limón. A lo mejor puedes resultar
molesto… pero eres agridulce y al final es muy agradable.”
Fernando miro los ojos marrones de Laura y pudo vislumbrar
más de lo que podía admitir, casi pudo oír el corazón de ella palpitar.
“¿Por qué me dices esto?”
Laura se encoge de hombros y murmura “Sólo quería que lo
supieras.”
Fernando observo cómo Laura se ponía de pie y metía sus manos
en unos guantes, Él supo que su intención era irse pero admitiendo a su
interior no quería que ella fuera.
Ella murmura una torpe despedida y Fernando asiente, no
ofreciendo otro café para que ella se quedara al menos otros diez minutos.
Pasa a su lado y Él pudo oler débilmente el aroma de
jazmines que desprendía.
“Se te ve bien la barba Fernando” Dice Laura a sus espaldas.
Fernando cierra los ojos, disfruta un momento el sonido de
su nombre en aquella voz, luego camina hacia ella. Laura lo mira cómo si no
supiera que está a punto de besarla.
Toma sus manos y le quita sus guantes para sentir sus manos
sobres la de él, las acaricia y las pone en su rostros, frotando los delgados dedos
en la rasposa barba.
Y la besa.
Ella da un suspiro en respuesta, pega su cuerpo hacia el en
busca de más calor, delinea sus labios deleitándose con su sabor, deleitándose con
el aire caliente de su boca. Sabe a
café, a azúcar y a limón.
Fernando termina el beso, pero su boca no se aleja y sus
labios recorren las mejillas de Laura, su nariz, su barbilla. Ella puede sentir
su barba raspar su mejilla y vuelve a suspirar.
Y ya no es invierno, hace calor. Ya no es el mundo, son
ellos. Son las manos calientes de él buscando debajo de su blusa, son los
suspiros de necesidad, las sabanas debajo de ellos, las lágrimas de perdida y
las risas cálidas, es el pay de limón medio terminar de la mesa.
Me encanto, es muy tierna y romántica, te felicito escribes muy bien. Saludos y suerte :)
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